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Usme fue una de las localidades de Bogotá más combativas durante el Paro Nacional, también una de las más reprimidas. En una sola jornada, la del 22 de junio, hubo 22 heridos graves y un muerto a manos de la Policía: Jaime Alonso Fandiño.

A las reivindicaciones de los jóvenes que exigen ser escuchados se sumaron viejas preocupaciones de los campesinos y pobladores del sur de Bogotá que perciben la expansión urbana como una amenaza.

A finales de los años noventa los procesos organizativos rurales de Usme, provenientes de veredas como Los Soches, El Uval o Chiguaza, consiguieron con la lucha y la presión popular que una de sus propuestas de protección del medio ambiente fuera aprobada por el Concejo de Bogotá. El resultado fue un Agroparque que tiene como propósito preservar la frontera urbana y rural en la cuenca del río Tunjuelo.

Pero en la alcaldía de Enrique Peñalosa se impulsó un nuevo plan de desarrollo llamado “Nuevo Usme” que promovió la construcción masiva de viviendas de interés social en la zona. “Aunque respetan la medida de treinta metros de ronda hídrica con el río Tunjuelo, suelen tener problemas de inundación”, explica Andrés González de la Biblioteca Agroecológica El Uval, uno de los múltiples procesos organizativos de la zona que participaron del Paro Nacional.

Los planes de la Alcaldía “reproducen el modelo de ciudad fragmentario donde los más pobres van al sur y a los márgenes de la ciudad»

“Queremos aclararle a la gente la desinformación que han circulado las instituciones: Planeación, Secretaría de Ambiente, la Corporación Autónoma, no han cumplido con garantizar la participación de las comunidades”. Los nuevos planes de ordenamiento zonal incluyen intervenciones en zonas que impactarían las quebradas El Piojo, La Fucha y el río Tunjuelo, y proponen hasta 30.000 viviendas de las que ya hay 9.000 en proceso de ser construidas, vías nacionales y otras obras de infraestructuras que serían catastróficas sobre todo para la comunidad rural.

Según Andrés González, estos planes “reproducen el modelo de ciudad fragmentario donde los más pobres van al sur y a los márgenes de la ciudad, ya conocemos las nefastas consecuencias de todo esto. Es un escenario especulativo sobre el valor del suelo que trae consecuencias muy duras para la comunidad. Hay mucha incertidumbre, mucha desinformación”.